Perdí ante un Cinturón Blanco
Inaceptable. Inadmisible. Incomprensible.
Son las palabras
que, generalmente, se apoderarían de los pensamientos de un Cinturón Negro que ha perdido contra un
Cinturón Blanco.
Pero quiero que
comprendas, visualices y, sobretodo, sientas totalmente la escena.
Acompáñame.
Son las doce del mediodía,
hace un calor espeluznante –43ºC. Como mínimo–, el dojo está vacío. El Maestro
ha salido a atender unos pendientes.
Pasan quince minutos
y llega el primer alumno del día: un Cinturón Blanco que ya tiene un año
entrenando en el dojo.
De inmediato el Cinturón
Blanco empieza a calentar, hace estiramientos y prepara su cuerpo para
el entrenamiento de la técnica.
El Cinturón
Blanco esta en medio de su calentamiento cuando llega una segunda
persona: un Cinturón Negro.
El Cinturón
Blanco se limita a seguir con sus ejercicios y se concentra en lo suyo.
El Cinturón Negro cruza todo el dojo hasta
dejarse caer sobre una silla el fondo de este.
Pocos minutos
transcurren hasta que el Cinturón Negro
se dirige al Cinturón Blanco.
–Déjalo ya. Te vas a
agotar antes de que comience la clase –dice el Cinturón Negro con voz cansada.
El Cinturón
Blanco detiene sus ejercicios de golpe, sorprendido por el comentario
del Cinturón Negro.
El Cinturón Negro se desparrama en la silla, levanta los brazos y los postra detrás de su
cabeza al tiempo que suelta un profundo bostezo.
–¿Para que te
esfuerzas tanto? No necesitas matarte para llegar a ser un Cinturón Negro
–añade el Cinturón Negro.
El Cinturón
Blanco se queda perplejo ante lo que sus oídos están escuchando.
Pasan unos segundos
de duda y confusión, en los cuales, el Cinturón Blanco se debate si decirle
lo que en verdad piensa al Cinturón
Negro, o quedarse callado.
Sin estar seguro de que,
si es correcto o no, el Cinturón Blanco decide responder al Cinturón Negro.
–Respeto su opinión;
sin embargo, no la comparto –dice el Cinturón Blanco con voz firme, seguro
de sí mismo–. Mi objetivo no es ser Cinturón Negro –agrega–. Mi verdadero
objetivo es ser una mejor persona de la que soy actualmente. Sí, es verdad
que entreno para mejorar mis habilidades físicas, pero, también quiero poder
controlar mi mente y templar mi espirito. Y,
estoy seguro, que un pedazo de tela negra alrededor de mi cintura no me
otorgara eso como por arte de magia. Por eso yo trabajo duro, porque eso es lo
que realmente cuenta para mí.
El Cinturón Negro se
queda perplejo. Su boca no articulo palabra alguna.
–Oss –sentencia el Cinturón
blanco al tiempo que reanuda su entrenamiento.
Aquí termina esta breve escena, la cual tiene el único
objetivo de transmitirnos una cosa:
Un Cinturón Negro que piensa que ya aprendió
todo, se está privando de mejorar.
Dicho en otras
palabras. El que piensa que ya lo sabe todo –en el karate y en la vida, déjame decirte–, tiene la llave
perfecta para abrir una puerta llamada mediocridad.
En el karate hay que
mantenerse siempre ávido de nuevas enseñanzas, de aprender más cosas, de
mejorar, de ser mejor cada día, sin importar el color de la tela alrededor de nuestras
cinturas.
El trabajo duro da frutos.
Un pedazo de tela no da frutos.
Disciplina, perseverancia y resiliencia.
Son tres llaves que abrirán buenas puertas. Puertas que te harán entrar en un
mundo en el que eres una mejor persona.
¿Que te recomiendo?
R: Buscar una buena escuela con un buen
maestro. Entrenar todos los días, ser disciplinado, esforzarte y enfocarte en
aprender y aprender, sin estar pensando en los colores de los Cinturones.
Te aseguro que valdrá la pena.
Si tienes alguna opinión acerca del artículo puedes dejarme un comentario en la sección de comentarios y, si fue de tu agrado, te agradeciera que lo compartieras en tus redes sociales.
Gracias por leerme y nos vemos en el próximo
artículo.
ありがと ございます
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